Los almogávares conquistan los volcanes del Mediterráneo tercera parte
Día 10 Stromboli
Llegamos a la isla con la llegada del amanecer. A una isla que se alza imponente sobre el mar, sin apenas espacio para alguna pequeña población, que vivirá del turismo, toda ella es volcán.
Desde luego al Vesubio Pompeya le dio una fama merecida, la que da invariablemente el Asesinato en masa, pero lo cierto es que el Stromboli es mucho más espectacular, ya desde aquí abajo.
En Stromboli hemos aprendido varias nociones sobre la técnica de fondeo. Primero vimos a Diego sumergirse para desenredar un cabo que se había enredado con la hélice durante la noche y después nos explicó que en un terreno volcánico había que tener cuidado al fondear, porque el fondo es inestable, gana profundidad muy rápidamente y es muy fácil garrear si no se echa el ancla con conocimiento. Pronto veríamos que quiere decir garrear, porque después de comer (una barbacoa muy poco marítima y muy suculenta), mientras nos informábamos de cómo acometer el ascenso, vimos un barco garrear.
Pasó junto a nosotros a la deriva y casi choca con un yate que estaba a babor del Acrobat. Diego nos ha pedido que gritáramos advirtiéndoles por si estaban a bordo y, al no haber respuesta, se ha tenido que acabar subiendo al chinchorro con el bote de la sirena de niebla, que hace bastante ruido.
Por lo menos los que se han enterado son los del yate y nos han ayudado y una de las auxiliares se ha sumado a la operación, que ha pasado de hacer ruido a abordaje, pero cuando ya estaba con la cimitarra en la boca y se hacía de noche, ha aparecido la tripulación y se han puesto a solucionar el problema y buscar un mejor sitio para echar el ancla con la luz de fondeo. Uno de nuestros almogávares montañeses se ha quedado de guardia y justo cuando acababa de escribir estas líneas, ha vuelto a pasar, esta vez con un catamarán y no nos ha dado gracias al aviso de nuestro vigía.Parece ser, por las imprecaciones de Diego, que también hay domingueros en el mundo náutico y más en verano.
Día 11 – Subida al volcán
Por la mañana se le ha quitado un poco el mal sabor de boca a Diego al ver la silueta conocida de un barco del mismo armador que el Acrobat, un velero muy estilizado de dos mástiles de nombre Rossina di Mare. Una preciosidad que no íbamos a poder ver navegar porque iban a zarpar mientras subíamos el volcán.
Nos encontramos con que el ascenso al Stromboli, de nuevo, iba a estar muy restringido y siempre con un guía, llegando hasta los 900 metros a apenas 50 del punto más alto, que no es accesible. Nos aseguraron que el espectáculo iba a merecer la pena y lo cierto es que así ha sido.
Nos tocaba esperar porque la salida de la excursión era por la tarde. Para pasar el rato, Diego ha tenido una buena idea: toca probar el dron, la estrella tecnológica de a bordo. Todo el mundo estábamos deseando verlo despegar. Todos los proyectos aportan soluciones interesantes y tendrán su momento en el Living Lab, pero el dron es como un juguete que has desenvuelto en Navidad y no te dejan usarlo hasta el día 26 “porque viene todo el mundo a comer hoy y luego hay que recoger, mañana iremos al parque si hace bueno…”.
Así que en las faldas del Stromboli, en una playa de arena negra volcánica, se ha estrenado el juguetico de Diego. Al principio ha costado, porque ha habido que reconfigurarlo porque no cogía bien la conexión satélite, pero luego sí hemos podido verle coger altura y al menos ha servido para apuntar mentalmente que para la siguiente vez teníamos que hacerlo en un entorno controlado por lo que pueda pasar, pero eso será ya probablemente en Ustica.
La ascensión ha sido muy diferente a la de Nápoles, aquí el terreno es más escarpado, con menos vegetación, apenas unos matorrales y con un suelo menos cómodo, que se hunde y se desliza al pisarlo, lo que en algunas zonas hace complicado avanzar.
A nuestra particular compañía almogávar se les ha visto más cómodos, con sus mochilas y sus equipaciones. Incluso Carlos ha tenido su momento personaje televisivo, porque un grupo de los turistas que iban a subir con nosotros le han reconocido y le ha tocado sesioncilla de fotos y aguantar la charleta de uno que parece era montañero aficionado y quería saber su opinión sobre este pico y esta otra travesía. Un profesional el Pauner.
El que no iba tan bien pertrechado era yo, así que me ido quedando al final del grupo y sólo les alcanzaba cuando paraban para hacer alguna grabación para el documental que preparan, al fin y al cabo la participación del equipo de montañeros forma parte de los proyectos que tienen para este verano.
Subir 900 metros de desnivel con tanta arena y rocas sueltas y si, también con mi estado de forma, ha sido duro, pero ha merecido la pena. Las vistas, una maravilla, ya veréis las fotos. Pero al llegar, aunque el humo nos entraba en los ojos y olía a volcán, que no es precisamente un perfume de esos de botella pequeñita, era impresionante ir viendo según caía la noche las fumarolas y la lava deslizando por la ladera del volcán destacando con su rojo intenso contra el negro de la roca volcánica.
No tuvimos la ocasión de ver salir ninguna balsa que terminara su Viaje al Centro de la Tierra, porque es aquí, en el Stromboli donde Verne imaginó la salida de los aventureros supervivientes en su novela. Lo que sí nos regaló el Stromboli fue una bajada cómoda con unas vistas sacadas de una fantasía del escritor francés, con el mar oscuro devolviéndonos el reflejo de una luna llena que lo manchaba de plata. Diego aseguró ser capaz de distinguir el Acrobat fondeado, así que todos nos quedamos con la opinión experta.
Mientras esperábamos esta mañana, he visto un buzón en el pueblo de Ficogrande, así que en un ratillo mientras estos acaban de desayunar, he terminado de contaros el día de hoy y os mando el correo, aunque es posible que si mando la siguiente desde Messina o desde Palermo, os llegue antes, porque no creo que aquí haya recogida diaria.
Diego me ha dicho que al puerto de Ustica vamos a estar yendo y volviendo unos días, así que si queréis mandarme vosotros una carta contándome lo que os parecen las mías, estaría bien. Mandadlas al centro de buceo de Lucio, se llama Orca Diving Center.
Muchos besos para todos
Juan Sebastian Pym